Tal como si fuera un cuento, “El no humano” me esperaba tranquilo, paciente, silencioso sin que me pudiera imaginar lo que podría pasar. Parecía ser inofensivo, de los que no prometen nada, de los que suelen ser transparentes ante los demás.
Me presento maravillas sobre una mesa llena de deliciosas palabras, “El no humano” mostro sus ojos como un adorno más en la mesa, como si fueran parte de la decoración de una casa perfecta, en donde solo se podía esperar algo bueno.
La tentación de acercarme cada vez más a “El no humano” fue más fuerte, tratar de descubrir lo que en su interior escondía, no solo necesitaba de llaves en la cerradura indicada, necesitaba de mucho valor y determinación.
Pero, toma menos de un minuto caer en la tentación, sin importar las advertencias que se presentaron ante mi y creer las deliciosas palabras de “El no humano” o tan solo creer que lo imposible puede ser posible por un momento.
Para cuando me di cuenta fue un poco tarde, “El no humano” había despertado.
Despertó ante mí, siendo totalmente diferente a lo que yo imaginaba, lleno de orgullo, usa sus ojos para ver solo lo que desea creer, y dentro de su propia casa camina dispuesto a seguir lo único que puede alimentar su cuerpo, cada paso lo hace más seguro de sus convicciones, y no mira atrás para no arrepentirse de sus acciones.
“El no humano” no escucha, solo cree lo que sus ojos le muestran, cree en lo que según él es lo correcto y sigue caminando en su único camino, en donde al final de ese camino me encontraba yo, a punto de ser devorado por “El no humano”.
Al final del camino, sin tiempo que contar, sin puerta de salida, lo único que me quedo fue huir. Huir del presente que solo me pronosticaba una posible destrucción o una posible victoria, pero en aquel momento el resultado era evidente, yo perdía frente a “El no humano”.
Luego de escapar del presente, “El no humano” sigue ahí, lleno de orgullo, con sus ojos listos, esperando………..
